LA HISTORIA DEL MACA TOBIANO
Un emblema de la Patagonia al borde de la extinción

Por ©Kini Roesler / Aves Argentinas & Investigador IEGEBA-CONICET/EDGE-ZSL
Fotos: Darío Podestá / AFONA / CCT CONICET-CENPAT



 

Un día, seguramente frío, de abril de 1974, la ciencia hizo contacto cercano por primera vez con el Macá Tobiano (Podiceps gallardoi). Cuenta Mauricio Rumboll, reconocido naturalista quien trabajaba en ese entonces para el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires, que él y Eduardo Shaw, un voluntario del proyecto, estaban monitoreando poblaciones de cauquenes que ya para esa época presentaban señales de reducción. Fue así que el 27 de abril, al recorrer la ruta de ripio que conectaba El Calafate con Río Gallegos, se acercaron a la costa de la Laguna de Los Escarchados, donde observaron por primera vez a la nueva especie.
Detuvieron la marcha para capturar un ejemplar en el que se basó la descripción de la especie y que fue depositado en la colección del museo, en Buenos Aires.
El hallazgo fue una bomba para la comunidad científica mundial, lo que atrajo la atención generalizada; así fue como en 1977, cuando la organización conservacionista Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) fue creada, tomó la posta y envió gente a estudiar a la especie que acababa de ser descubierta.

Santa Cruz, en esos tiempos, era realmente una zona difícil e inhóspita, aun hoy lo es un poco; pero en aquel entonces, llegar incluso a El Calafate era todo un desafío. Gracias a la gran gestión de la FVSA, la repercusión local y nacional fue tal que lograron instalar un pequeño refugio, crear la “Reserva de Vida Silvestre Laguna de los Escarchados” y darle la autoridad legal de guardafauna (por disposición provincial) a los técnicos del Proyecto Macá Tobiano original.
En aquel entonces, la población conocida era de unos 150 individuos, todos en la laguna Los Escarchados y algunas pocas lagunas cercanas. La situación se veía terrible, tanto que hasta el Dr. Jon Fjeldså (biólogo del Museo de Copenhague, Dinamarca y experto mundial en macaes), visitó la zona en ese momento y planteó que era posible que la rareza de esta especie se debiera a un proceso de extinción natural causada por lo extremo del ambiente.


No fue hasta que en 1982, luego de sobrevuelos, cabalgatas, recorridas a pié y exploraciones, que el mismo Dr. Fjeldså y Esteban Bremer, técnico de campo de la FVSA, encontraron otras poblaciones, incluso en la Meseta del Lago Strobel, donde el mayor núcleo fue detectado. A partir de ese momento la historia cambió y ya para 1986 se calculaba la población total en más de 5.000 individuos.
Aún para finales de los años 80 la información era parcial, poco se conocía de su biología e incluso no se sabía su paradero invernal (es decir donde pasaban el invierno). Hipótesis de todo tipo se habían planteado, como que migraban a los fiordos chilenos, que pasaban el invierno en los grandes lagos interiores o que iban al mar... ¿Pero a dónde? Recién en 1994, 20 años después del descubrimiento, luego de una observación casual de Patricio Sutton cerca del Paraje Le Marchand, fue que el Ing. Alejandro Serret y el guardaparque Andrés Johnson (ambos técnicos de campo de FVSA) confirmaron la presencia invernal en los estuarios de los grandes ríos de la provincia de Santa Cruz.


Demoramos dos décadas para conocer los aspectos básicos de una especie endémica y carismática. ¿Cuántas cosas más podrían estar ocurriendo en esos remotos destinos de la Patagonia extrema?
En 1997, expertos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), concluyeron que no había grandes riesgos para el Macá Tobiano, ya que la población estimada era de 3.000 a 5.000 individuos adultos y que, habitaba un sitio tan remoto, hacía poco probable que las acciones humanas llegaran a afectarla. Por esto, la UICN la categorizó como “casi amenazado”, una categoría fuera de las amenazadas, pero para las que se recomienda un monitoreo relativamente frecuente para evaluar la evolución de su estado. Lamentablemente los recursos materiales y humanos, en general nunca son abundantes. Entonces se suele enfocar en lo urgente y no siempre en lo importante.

LAS ALARMAS
Pasaron los años y algunas alarmas (tibias) comenzaron a escucharse a mediados de la primera década del 2000. Los artículos publicados indicaban que no se veían tantos macaes en las zonas invernales ¿Pero quién conocía realmente cómo era la dinámica de las poblaciones para estimar si podía ser un indicador real de disminución?
Por otro lado, los observadores de aves, enfrentaban cada vez mayores inconvenientes para hallarlo. Fue así que en enero de 2009 se reunieron algunos colegas, liderados por el personal de la agencia de turismo de observación de aves ‘Seriema Nature Tours’, quienes con el apoyo de las ONG conservacionistas Aves Argentinas, Ambiente Sur y Pro-Natura Japón, iniciaron una nueva etapa de estudios.


Los resultados fueron bastante oscuros, ya que se encontraron muy pocos macaes; también porque el panorama que percibió Hernán Casañas, hoy director ejecutivo de Aves Argentinas, fue completamente distinto al que él mismo había visto durante su participación en las campañas de la FVSA en los 80’s. Por esa razón en 2010 se dio forma al nuevo ‘Proyecto Macá Tobiano’ (PMT) liderado por Aves Argentinas (www.avesargentinas.org.ar), Ambiente Sur (www.ambientesur.org) y posteriormente se sumó la participación del CONICET, a través del Laboratorio de Ecología y Comportamiento Animal (LEyCA-IEGEBA), de la Universidad de Buenos Aires.

Desde ese momento un nuevo PMT estaba en marcha; aunque el objetivo había cambiado. En los 80’s la pregunta era donde habitaba el Macá Tobiano y conocer su distribución. En el 2010 las preguntas fueron diferentes, principalmente se centraron en conocer cuántos individuos quedaban y qué estaba afectando a sus poblaciones. La información base para poder buscarlos estaba disponible gracias a los esfuerzos previos, solo había que seguir los pasos de la FVSA; intentar conocer el estado de la población y evaluar la reducción poblacional que todos preveíamos.
En 2012 fue publicada la respuesta contundente: en tan solo 25 años la población se había reducido a un 20%, con disminuciones locales de hasta el 95%, como pasó en la Meseta del Lago Strobel. Apenas un poco más de 700 macaes sobreviven actualmente, repartidos en pequeñas sub poblaciones en algunas de las mesetas del oeste de Santa Cruz.

REALIDAD Y DUDAS
Con esta realidad, surgieron muchísimas preguntas, pero la más importante era ¿Qué está afectando a las poblaciones del Macá Tobiano? Algunas respuestas estaban a la vista: en la Meseta del Lago Strobel -antes llamada el “corazón” del Macá Tobiano-, desde principios del 2000 decenas de lagunas habían sido sembradas con Truchas Arcoíris (Oncorhynchus mykiss); incluso fue sembrada la Laguna del Islote, que en los 80’s albergó más de 1.000 macaes, más de los que hoy existen en toda su distribución. Conocer como afectó la siembra de truchas al macá no es tan simple, por lo que fue necesario comenzar a estudiar procesos y sumar investigadores de distintas disciplinas (limnógolos, ictiólogos, etc). Pero la importancia de las lagunas sembradas toma aún más relevancia cuando se suma el segundo factor de amenaza detectado: El cambio climático global. Este está afectando profundamente a la Patagonia. Mediante imágenes satelitales se analizó la situación de los cuerpos de agua a lo largo del tiempo. De esta manera, sabemos que existe una tendencia a la reducción de estos ambientes en las mesetas. Pero a simple vista percibimos que decenas de pequeñas y medianas lagunas, que antes albergaban macaes, ahora estaban secas o eran sólo pequeños charcos barrosos, próximos a secarse. La combinación de lagunas pequeñas secas, con lagunas estables sembradas con truchas, es evidentemente un mix de gran impacto.

El Macá Tobiano utiliza para construir y sujetar sus nidos una planta acuática llamada Vinagrilla (Myriophyllum quitense), por lo que solo puede reproducirse en lagunas que cuenten con una población saludable de estas particulares plantas. La disminución del nivel de las lagunas debido al cambio climático y posiblemente la influencia de las truchas (en las lagunas donde fueron sembradas) está afectando notablemente a la Vinagrilla, haciéndola disminuir o desaparecer por completo en algunos cuerpos de agua. De esta manera también se han reducido drásticamente los sitios propicios para la nidificación de los macaes.
Otro factor negativo que pronto se detectó fue la gran abundancia de Gaviota Cocinera (Larus dominicanus). Antes restringida a costas del mar, grandes ríos y tal vez algunos lagos, ahora cuenta con colonias reproductivas en las mesetas de altura. Sus poblaciones siempre están subsidiadas por la presencia de los asentamientos humanos, mayormente por la oferta alimenticia que implican los basurales.

De todas las amenazas, la más aguda y urgente, por el impacto de sus efectos puntuales, es el Visón Americano (Neovison vison), especie de carnívoro exótico en expansión en el sur de Argentina y Chile. En marzo de 2011 encontramos que, una colonia que estábamos monitoreando, fue completamente depredada por un solo visón en una noche. De los 55 adultos presentes en la laguna, el visón mató a 33 individuos. Esta escena se repitió dos veces más en una temporada siguiente.

Así fue como en el 2012 empezaron los trabajos de manejo y conservación del PMT. El Visón Americano fue identificado como la amenaza fundamental y urgente a ser controlada. Por esta razón, en 2013, se inició el plan de control integral del visón, cuyo objetivo es evitar el acceso de individuos de esta especie a las lagunas de importancia para el macá. Para esto se realiza un plan de trampeo en todos los cursos de agua que descienden de la meseta; además, se implementó el programa de ‘Guardianes de Colonia’, el cual cuenta con técnicos que protegen tiempo completo aquellas lagunas donde detectamos eventos de nidificación.

Si bien el objetivo es resguardar el mayor número de colonias posible, los costos de esto son extremadamente altos, por lo que anualmente tenemos que evaluar cuáles son los sitios más importantes para proteger. La ventaja es que los guardianes de colonia no sólo cuidan a los macaes de los visones, sino también protegen los nidos de los ataques de las gaviotas y ahuyentan otras aves acuáticas, que suelen ser causantes de pérdidas de nidadas (a veces los patos y gallaretas roban los nidos flotantes de los macaes para utilizarlos como posaderos).



Esfuerzos del PMT también se han concentrado en la restauración de su hábitat, apuntando a lagunas en las que fueron sembradas truchas. Como cada acción en las mesetas de altura de Santa Cruz es un desafío, igualmente lo es para la remoción de truchas. El clima de estas áreas es extremo y se necesita contar con personal extremadamente capacitado, así como equipo de trabajo de primer nivel, lo que implica un costo económico alto. Estos recursos no siempre son fáciles de conseguir; por eso el apoyo de los lodges de pesca de la zona del Lago Strobel y de los estancieros, es fundamental.

El PMT continúa creciendo y fortaleciéndose en la zona. En 2013 se dio la creación de la Estación Biológica ‘Juan Mazar Barnett’ (de Aves Argentinas), en las márgenes de la Meseta del Lago Buenos Aires, cerca del PN Patagonia. Esta estación hoy actúa como base de operaciones del PMT y se está transformando en la base de diversos grupos de investigación. Su existencia es un bastión fundamental para la conservación de la Patagonia Austral. Asimismo, hoy es posible albergar allí el programa de recría de Macá Tobiano, con personal especializado a cargo y moderno equipamiento. Desde hace siete años los especialistas de este programa buscan generar un protocolo de cría ex-situ (en laboratorio) por si en algún momento la cría en cautiverio se transforma en una de las últimas opciones para salvar al Macá Tobiano.

Los esfuerzos no deben menguar. No podemos darnos el lujo de relajar ninguna acción. Las amenazas siguen presentes, algunas incluso avanzan, pero además nuevas amenazas surgen anualmente, como por ejemplo las represas del río Santa Cruz, que aunque desconocemos aún cuál será su impacto, necesitamos estar preparados y conocer en profundidad aspectos de la ecología del Macá Tobiano en los estuarios, para poder tomar las medidas necesarias. Por otro lado, con los años hemos detectado el gran impacto de las luces de las ciudades en los momentos migratorios; este también es un factor que potencialmente podría estar afectando a sus poblaciones.

La historia que conocemos de la especie es corta. Sólo un poco más de cuatro décadas desde su descubrimiento. Pocas especies han recibido tanta atención y viven en sitios tan alejados e inhóspitos. Aun así la situación de conservación del Macá Tobiano, un símbolo de Patagonia, es crítica. Esto es una verdadera muestra del impacto de las acciones humanas. Es una obligación frenar este proceso que podría llevarlo a la extinción dentro de la próxima década.



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