Fotografiar paisajes parece una tarea sencilla: el paisaje está quieto, podemos tomarnos todo el tiempo del mundo. Solo es necesario detenerse un segundo, en uno de los tantos miradores que existen al lado del camino, para darnos cuenta la cantidad de gente que baja del coche con su cámara o celular para hacer una foto.
La pregunta del millón es ¿cuántas de esas fotografías son realmente buenas?
Retratar la naturaleza, en cualquiera de sus formas, no es una tarea simple; tampoco algo que se haga a la ligera, no si el resultado que buscamos, es una fotografía que sobresalga de los millones de imágenes que circulan en internet.
Teniendo en cuenta la serie de recomendaciones de este artículo, veras cómo tus fotografías cambian considerablemente.
¿QUE FOCAL UTILIZO?
Lo recomendable es utilizar un lente angular, del orden de los 16 a 24 mm; pero eso no es una limitante. Dependiendo de lo que queramos destacar, podremos utilizar uno de focal más larga para capturar esos espacios que se encuentran más alejados.
En lo que respecta al diafragma, si lo que buscamos es que salga todo totalmente enfocado –como se suele esperar estando frente a un paisaje- lo recomendable es usar diafragmas pequeños del orden del f/8 o f/16. Cerrar más el diafragma provocará que empecemos a ver la fotografía con defectos del lente, como la difracción.
Lo mejor es trabajar con la hiperfocal, ésta se refiere a la distancia mínima de enfoque con la cual conseguiremos una mayor profundidad de campo, obteniendo un enfoque que se extiende desde la mitad de esa distancia, hasta el infinito.

EL TRIPODE,
NUESTRO MEJOR ALIADO
Si trabajamos con diafragmas cerrados, es muy factible que, dependiendo de la luz que haya en la escena, debamos trabajar con velocidades de obturación lentas; de igual manera, si deseamos lograr algún efecto en particular como el movimiento del agua o de las nubes; por lo que nos será fundamental trabajar con el trípode para así lograr estabilidad y que las imágenes no salgan movidas.
Además, su uso, implica tomarnos más tiempo; lo cual nos permite pensar antes de presionar el disparador.
USO DE FILTROS
En fotografía de paisaje, la utilización de filtros, cambia notablemente los resultados.
Con el filtro polarizador, lograremos conseguir cielos más azules y que las nubes blancas se destaquen, además de reducir los brillos e, incluso, aumentar la saturación.
Por su parte, los filtros de densidad neutra, son muy útiles en aquellos escenarios donde necesitamos que entre menos luz a la cámara. ¿Cuándo? por ejemplo, para conseguir el efecto seda en una cascada o arroyo, o lograr un efecto diferente en las nubes cuando hay viento y éstas están en movimiento.
Por último, el filtro degradado de densidad neutra, que es similar a los anteriores, solo que son graduados; esto quiere decir que una parte reduce la cantidad de luz y la otra no. Son utilizados para equilibrar la exposición de un paisaje con fuertes contrastes de luz, como cuando el cielo tiene mucha luz y el suelo no.

EL HISTORGRAMA
El histograma es una representación gráfica de la distribución tonal de la imagen. En el lado izquierdo muestra los tonos más oscuros y en el derecho los más claros. Es de gran ayuda para comprobar que no perdemos información en las zonas que nos interesen.
Para dar un ejemplo: una fotografía en clave alta tendrá más información en la parte derecha, mientras que una en clave baja, la tendrá en la parte izquierda.
No nos confiemos al 100% lo que vemos por el visor de nuestra cámara, ya que dependiendo de las condiciones de luz del entorno, éste puede verse afectado y no mostrar la realidad. El histograma es una herramienta esencial que nos ayudará a comprobar si la exposición seleccionada es la correcta.
LA PLANIFICACION
Es muy importante informarnos lo suficiente antes de salir. Planear un viaje para realizar fotografías de paisajes no es planear unas vacaciones en familia; hay muchos otros aspectos que deberemos tener en cuenta como saber en qué terrenos nos moveremos para llevar la indumentaria adecuada; cuánto podremos demorar en llegar a tal sitio para estar con las mejores condiciones de luz, etc.
Tendremos que tener en cuenta nuestro estado físico, la cantidad de veces que, seguramente, pararemos en el camino a hacer algunas fotos, o el peso que estemos cargando. ¿Deberemos salir un día antes y hacer noche en el lugar? ¿Cuántos días necesitaremos?.
Conocer de antemano la locación que visitaremos nos permitirá, además, saber la temperatura y posibilidades de lluvias (dependiendo la época del año); a qué hora sale el sol y por dónde. Si bien, previamente podremos chequear el pronóstico, vayamos preparados para enfrentar los improvistos.

TRANSMITIR SENSACIONES
Las buenas fotografías de paisajes nos transmiten infinidad de sensaciones: paz, calma, serenidad, calor, inmensidad, frío… pero también dramatismo y fuerza.
Una laguna calma nos brindará la sensación de tranquilidad; mientras que las olas rompiendo contra las piedras, nos ofrecerá todo lo contrario. Pensemos en lo que queremos transmitir antes de presionar el disparador.
Si bien congelar las gotas de una ola rompiendo contra las rocas es sorprendente, probemos también usando velocidades lentas de obturación, lo que hará que el agua tome un efecto diferente.Aprovechemos todas las opciones que se presenten, sobre todo las referentes al movimiento, como árboles azotados por el viento, agua cayendo en una cascada, nubes desplazándose.
Conseguir transmitir estas sensaciones hará que nuestras fotografías se vean distintas y lograremos contar una historia más allá de mostrar un paisaje bonito.
Seamos pacientes, esperemos el momento adecuado para presionar el disparador. Serán muy pocas las veces que lleguemos al lugar, levantemos la cámara, disparemos y obtengamos una muy buena fotografía.

LA COMPOSICION
Si hay algo que marca la diferencia entre una foto excepcional y una del montón, es la selección de una buena composición.
Por más que esté en nuestros planes editar una imagen, si al momento de presionar el disparador no tuvimos en cuenta la composición, difícilmente podamos hacerlo después.
Busquemos aquellos detalles que conviertan a nuestra imagen en algo realmente especial, decidiendo cuál es la composición acertada para eso.
Si estamos fotografiando un atardecer, lo normal e instintivo, es colocar el sol y el horizonte completamente centrado. Utilicemos la famosa regla de los tercios, nos ayudará a obtener una fotografía distinta.
A veces el abarcar todo no es una buena opción. Busquemos puntos de interés y resaltémoslos colocándolos estratégicamente en nuestro encuadre. Esta decisión hará que el espectador se detenga a observar justamente aquello que nosotros queremos mostrar; por lo que es buena idea seleccionar un árbol, una piedra o un tronco que se transforme en el elemento principal de la toma.
Si delante tenemos un hermoso cielo con nubes, destaquémoslo abarcando mayor cantidad de espacio de cielo en nuestro encuadre, dándole protagonismo y dejando una menor proporción al suelo. Si, por el contrario, el cielo se muestra soso y sin colores o nubes llamativas, será mayor la proporción de suelo que deberíamos seleccionar.
Si lo que buscamos es transmitir una perfecta simetría –como una montaña reflejada de un lago totalmente calmo-, en ese caso, colocar el horizonte en el centro, no estaría mal.
Apoyémonos en las líneas que se dibujan en la composición para dirigir la mirada; las mismas le darán profundidad a la imagen.
Observemos la escena por unos instantes. Dejémonos atrapar por las sensaciones que nos provoca, estudiemos de qué manera encuadrar para poder resaltar aquellos elementos que queremos que se destaquen... y, sobre todo, simplifiquemos las fotografías, centrémonos en los elementos cuyo potencial visual puede ser tan fuerte e impactante como un paisaje completo.

AL MAL TIEMPO, BUENAS FOTOS
Por lo general, cuando salimos a hacer fotos y descubrimos que tendremos un día completamente despejado, sonreímos; pero tendremos que tener en cuenta que si el cielo se encuentra completamente despejado, sin una sola nube, eso le quitará atractivo a nuestras fotografías. Necesitamos contrastes, algo que llame la atención. Y eso nos lo regalan las nubes.
Contrariamente a lo que todos creen, un día gris tiene muchos beneficios. Las nubes oscuras que anuncian tormenta, la luz pareja dentro de un bosque, incluso el viento moviendo la copa de los árboles, nos pueden regalar nuestra mejor fotografía.
Las probabilidades de llegar a un sitio y que éste se presente con las condiciones adecuadas, son casi nulas, por eso es bueno estar preparado y con la mente abierta para poder capturar lo que la naturaleza nos ofrezca de la manera en que se presente. Aprovechemos todas las condiciones de luz aunque éstas no sean las que teníamos previamente planeadas.
Démonos tiempo a dejar la cámara de lado por unos instantes, dediquémonos simplemente a mirar. Si la luz no es la adecuada, no nos vayamos, quedémonos un rato más; quizás la magia se produzca delante de nuestros ojos. Solo hay que estar ahí para descubrirla.
ANGULOS DIFERENTES
Alejémonos de las rutas tradicionales, busquemos ángulos distintos; quizás un poco más arriba o una toma al ras del suelo hagan la diferencia. Salgamos de nuestra “zona de confort”, busquemos perspectivas diferentes, cambiando el hábito de mirar siempre de la misma manera.
Aprendamos a seleccionar el lugar y desde dónde lo fotografiaremos. Si nos paramos donde todos se paran, tendremos una foto similar a la de todo el mundo.
Si pretendemos recorrer y fotografiar todo en pocos días, seguramente no conseguiremos muchos buenos resultados; es mejor centrarse en pocos lugares y sacarle su mayor potencial; y si las condiciones no se dan como las esperábamos, siempre tendremos la chance de regresar en otro momento.
Tomemos las decisiones en base a la fotografía que queremos conseguir, con la que podamos expresar una idea, una emoción. Nunca perdamos de vista este punto, ya que será el que nos ayude a elegir entre todas las variables que disponemos (encuadre, luz, velocidad, etc). Teniendo en claro que queremos lograr, sabremos qué hacer. No perdamos la oportunidad de experimentar.

EN BUSCA DE INSPIRACION
Todos quisimos alguna vez emular algunas fotografías que nos han gustado de nuestros fotógrafos preferidos. Cada una de ellas, no fue lograda de casualidad. Son el resultado de una preparación previa, de muchos intentos y de conocer y conectarse con el lugar, buscando retratar su mayor potencial en el momento justo.
Recordemos que viajar con nuestra cámara puede ser una experiencia inolvidable y un modo muy especial de conectar con la naturaleza; pero también se puede transformar en algo que nos decepcione y frustre, si no planeamos el viaje con un mínimo de previsión o no lo hacemos con la mentalidad adecuada.
Dediquemos tiempo, cada día, a explorar los sitios que nos interesan; y de ser necesario, regresemos cuando la luz sea la que estemos buscando.
Más allá de las fotos que nos inspiran, busquemos incansablemente nuestra propia visión del lugar. Siempre es preferible conseguir una fotografía personal y mediocre a una foto sensacional que es exactamente igual a la que obtuvo otro fotógrafo. Saquemos la foto obvia, la que haría todo el mundo, luego paremos, miremos, conectémonos, dejemos que el mismo paisaje nos inspire, nos transmita su esencia.
Tomémoslo con calma y disfrutemos. Recordemos que por encima de lograr la foto soñada, hay que saber disfrutar de la experiencia de estar en contacto con la naturaleza, aunque más no sea, simplemente contemplando el paisaje
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