Durante el mes de Septiembre del 2020, nos vimos conmovidos por los incendios en las islas del Delta del Paraná, los medios finalmente se hicieron eco de la noticia reactivando la imperiosa necesidad de crear la Ley de Humedales.
En nuestro país existen aproximadamente 600.000 km2 de humedales, lo que representa el 21,5% del territorio nacional. A nivel global, se calcula que cubren aproximadamente 12,1 millones de km2; sin embargo, se estima que su extensión ha disminuido rápidamente, con pérdidas del 35% desde 1970.
Las principales razones se relacionan con cambios del uso del suelo por la urbanización, las plantaciones forestales, las arroceras y la intensificación de la actividad ganadera, además de la contaminación agrícola, industrial y doméstica, sin descontar la introducción de especies exóticas invasoras. Todas estas actividades mal desarrolladas impactan fuertemente en la dinámica natural del agua, la clave del funcionamiento de estos ecosistemas.

¿QUE ES UN HUMEDAL?
Son considerados verdaderas fábricas de vida para el planeta. Los humedales son ambientes en los cuales la presencia temporaria o permanente de agua superficial o subsuperficial dirige el funcionamiento de todo el ecosistema como lo hace un director de una orquesta. En ellos predomina la vida adaptada a dichas condiciones.
Dentro de su diversidad biológica, muchas especies de flora y fauna silvestre dependen completamente de estas zonas, siendo un hábitat de suma importancia para especies migratorias y como refugio de varias otras especies que se encuentran amenazadas. Algunas regiones poseen una alta proporción de especies endémicas (que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo).
Entre sus tantos beneficios, los humedales desempeñan un papel importante en el control de las inundaciones, actúan como esponjas que absorben el agua de lluvia y las crecientes de los ríos, permitiendo que se filtre más lentamente a través del suelo y la vegetación, reduciendo de esta manera la velocidad y el volumen del agua que fluye agua abajo.
De esta manera retienen y almacenan agua, siendo ésta usada para consumo humano, producción y sostenimiento de la vida silvestre. Cuando se encuentran situados sobre sedimentos y rocas permeables, el agua que retiene se filtra a través del suelo y recarga los acuíferos; además, al retener sedimentos y nutrientes, muchos humedales actúan como filtros que pueden eliminar sustancias tóxicas de los cuerpos de agua.

Como si todo esto fuera poco, además desempeñan funciones críticas en la mitigación del calentamiento global, siendo importantes sumideros de carbono y, por ende, su destrucción libera gases de efecto invernadero, cumpliendo un rol fundamental en la adaptación al cambio climático, ya que amortiguan el efecto de las tormentas y las inundaciones.
La gran extensión de Argentina y su variedad de climas y relieves, determinan la presencia de una importante abundancia y diversidad de humedales a lo largo de nuestro extenso país. Pueden encontrarse conformado por grandes extensiones, reconocidos y valorados por sus múltiples servicios ecosistémicos (como el Bañado La Estrella en Formosa, el Delta del Paraná o la zona de Iberá en Corrientes), pero también como pequeños humedales ubicados en zonas áridas (mallines, vegas, barreales, etc) de gran importancia local como proveedores de agua dulce y hábitat de una rica diversidad biológica.
Sin ir tan lejos, existen humedales en medio de las ciudades, como la Reserva Ecológica Costanera Sur, en Capital Federal, o la Reserva Natural Provincial Santa Catalina, en la localidad bonaerense de Lomas de Zamora; pero a pesar de su enorme utilidad y sus muchos aportes, se están perdiendo.

LA PROBLEMÁTICA DEL PARANA
El Delta del Paraná, como muchas otras zonas de humedales, se ve cada vez más afectado por la actividad desregulada del hombre, las urbanizaciones, el avance de la frontera agrícola / ganadera, la industrialización de procesos de pesca y plantaciones forestales.
Hasta inicios de Agosto, solo en la zona del Delta del Paraná se habían registrado unos 5 mil focos de incendios intencionales que arrasaron, desde el mes de Febrero, unas 50.000 hectáreas.
La gran sequía de este año y el bajo caudal del Paraná –en mínimos históricos desde 1971- favorecen la propagación del fuego, el que no encuentra los cursos de agua que suelen actuar como cortafuegos naturales, complicando la tarea de extinción.
El fuego no se detiene y sus consecuencias son devastadoras para la cantidad de fauna que se queda atrapada como mamíferos, anfibios, reptiles e infinidad de insectos, sin dejar de lado la destrucción de la cobertura vegetal, mientras que las cenizas contaminan las lagunas y lugares de reproducción de peces.

Según una encuesta realizada por la Universidad Nacional de Rosario, nueve de cada diez pobladores está a favor de la aprobación de una Ley de humedales que proteja la biodiversidad de estos ecosistemas. “Los rosarinos conviven a diario con el río Paraná y las islas del delta son parte del escenario urbano independientemente de que mucha gente no vaya hasta allí”.
Al respecto la bióloga y ecóloga Patricia Kandus, investigadora de la Universidad Nacional de General San Martín comentó: “Argentina se embarcó en un desarrollo productivo a través de la agroindustria que desplazó todas las actividades secundarias. A la ganadería la mandaron a lugares que consideran no productivos, como el delta. Allá siempre se hizo ganadería de isla, donde se respetaban los pulsos naturales de seca e inundación del Paraná, pero hoy hay presión para que el ganado pueda estar todo el año y se avasallan otras actividades tradicionales como la pesca y la apicultura”.
La Prefectura y el cuerpo policial responsable de las vías navegables argentinas, se sumaron en al combate del fuego, desplegando aviones hidrantes y helicópteros en la tarea titánica de apagar la infinidad de focos en medio de una pandemia a nivel global.
La cuarentena no los detuvo, y la ciudad de Rosario se puso de pie y se auto convocó en el puente que une las ciudades de Rosario (Santa Fe) con Victoria (Entre Ríos) bajo una misma consigna “Ley de humedales ya!”.

LEY DE HUMEDALES
En el 2012 se inició un proceso para impulsar un primer proyecto de Ley para la protección y uso racional y sostenible de los humedales de Argentina. Desde entonces, diversas organizaciones no gubernamentales, legisladores y universidades apoyan la sanción de esta ley en el Congreso de la Nación. Para fines del 2013 se logró que el proyecto sea aprobado por unanimidad en el Senado de la Nación, pero el mismo no logró el apoyo suficiente en la Cámara de Diputados y perdió estado parlamentario a fines del 2015.
El 5 de Agosto del 2020, la Cámara de Diputados comenzó a debatir en la comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano un proyecto de Ley de Humedales, para proteger este recurso natural de vital importancia a nivel mundial.
Esta ley es una deuda pendiente en el Congreso, la que no consiguió la sanción de las dos Cámaras frente al lobby empresario.
Según algunos diarios, el agronegocio, la minería de litio y el sector inmobiliario son los sectores que operan en contra de una regulación de este recurso estratégico.
Existe una necesidad de alcanzar una “ley aplicable” a partir de las experiencias fallidas de la Ley de bosques y glaciares, que contemplen las realidades de las personas que habitan y viven de los humedales, con el impulso de un “modo de producción sustentable”.
Elba Stancich -especialista integrante de la agrupación Los Verdes- comentó en un diario que “esta no es una ley anti producción, la actividad se podrá seguir haciendo, pero la producción deberá adecuarse para protegerlos”. En ese mismo medio, Julián Monkes –ambientólogo y magister en desarrollo rural, apuntó: “La producción sólo entra en contradicción con la protección cuando no está en relación a la sustentabilidad”, y coincidió que la ley deberá conservar áreas sensibles y marcar zonas de producción.
La problemática presentada en el Delta del Paraná es el disparador de esta nueva etapa de debate, donde la sociedad espera una respuesta concreta con una ley que permita un manejo responsable y que tenga en cuenta las limitaciones y la situación crítica a nivel ecológico y climático.
Si se los puede conservar en buenas condiciones de integridad ecosistémica, lograremos un oasis para la vida, en un planeta donde el cambio climático y los intereses mezquinos e individuales, están poniendo la cosa cada vez más difícil.
La hora de actuar es AHORA.
No tenemos un PLANeta B!
Fuentes: Fundación Vida Silvestre Argentina -
Humedales.org.ar -Diario Página 12
Argentina.gob.ar - Diario El País. |