Las plantas ocupan todos los rincones del planeta, desde el polo hasta aquellos desiertos donde no sobreviviría ningún otro ser vivo. Han desarrollado sorprendentes adaptaciones al medio ambiente, brindando las más llamativas formas y colores, transformándose en una fuente incalculable de fotografías.
Comparada con cualquier otra especialidad de fotografía de naturaleza (especialmente con la de fauna), la fotografía del mundo vegetal parecería ser muy sencilla, ya que las plantas no huyen como las aves o los mamíferos, los árboles están quietos y seguirán allí después de muchos años, sin que nosotros necesitemos de ropa especial o de largas jornadas escondidos para poder retratarlos.
Por todas estas razones, sin duda es el motivo principal para iniciarnos en la práctica de la fotografía macro. No es casualidad, de hecho, que el símbolo que lo identifica, en los menúes de ciertos modelos de cámaras, sea justamente una flor.
Por esta razón la fotografía de plantas y flores puede ser un muy buen comienzo para tomarle la mano a las técnicas e ir adoptando un poco de práctica antes de lanzarnos a cazar insectos, motivos que nos dará más de un dolor de cabeza al comienzo.

LOS ACCESORIOS
Algunos accesorios que podrían ayudarnos en nuestra sesión fotográfica son las pinzas de sujeción, con las cuales no solo podremos sujetar un tallo para que el viento no lo mueva, sino sostener momentáneamente alguna rama o tallo que moleste en la composición. Si no disponemos de una o no queremos entrar en gastos, los broches que se suelen usar para sujetar la ropa, también pueden servir en su función.
No es mala idea contar además con un pulverizador, el que nos permitirá incluir algunas gotas de agua en una flor u hojas.
Por último, un accesorio que será útil, es un difusor con el que podremos moldear la luz del flash según nuestras necesidades.

SELECCION DEL MOMENTO
No hay duda alguna que el mejor momento para realizar este tipo de trabajos es la primavera, sin embargo existen algunas especies que nos regalan sus flores en diferentes épocas del año.
Realizar este tipo de fotografías es una actividad relajada que nos permitirá disfrutar por varias horas en cualquier lugar, solo basta estar atentos para encontrar las mil formas y colores que nos rodean.
Una vez que estemos en el campo, lo primero que debemos hacer es encontrar el motivo sin conformarnos con lo primero que veamos. Un sujeto limpio –sin elementos que molesten por delante o por detrás-, que posea buena calidad de luz y un fondo natural, será el ideal.
Uno de los primeros aspectos al que tendremos que prestar atención es el punto de vista: ¿Será mejor ponerse a nivel o al ras del suelo? ¿Quedará mejor fotografiar desde arriba? Si disponemos de varios ejemplares, tendremos que seleccionar aquel que represente mejor lo que queremos mostrar.

No centremos toda nuestra atención solo en las flores, a veces conviene hacer un herbario fotográfico retratando tanto las flores, como las hojas, así como la planta completa y mostrar su ambiente, de esa manera obtendremos un registro completo de la especie. También podemos ser más creativos y jugar con la composición de las formas, colores y texturas que se presentan. Las posibilidades son infinitas!
En los primeros planos, el fondo tiene casi tanta importancia como lo que se está fotografiando. Al seleccionar el mejor ángulo para realizar la toma, lo tendremos que tener muy presente. Este puede destacar al sujeto (escogiendo el fondo más parejo posible)... no hay nada malo en mover una ramita seca que crea una fuerte línea por detrás, o bien aplanar momentáneamente un pasto que molesta en la composición por delante, siempre que no realicemos una poda que deje a la planta desprotegida.


Nuestro enemigo principal será el viento, incluso en un día que parece calmo, la más mínima brisa, hará que la veamos moverse como si se tratara de una sudestada, lo cual complica no solo el enfoque sino la utilización de velocidades de obturación lentas (fruto del uso de diafragmas cerrados, buscando profundidad de campo).
Aquí es donde tendremos que demostrar nuestra paciencia y pericia para poder obtener un buen resultado.
Una opción es seleccionar una velocidad de obturación mayor, con lo que perderemos un poco de profundidad de campo; sostener la flor con cuidado o bien utilizar el flash para “detener” el leve movimiento.
Otra opción es improvisar un “aislante del viento” con la mochila de fotografía, con alguna campera o cualquier otro elemento que tengamos a mano.
El mundo vegetal nos ofrece buenas y variadas alternativas fotográficas. Si centramos nuestra atención en los detalles vamos a descubrir la increíble perfección de sus colores y formas.

En lo que respecta a la luz, tendremos que contar con una iluminación cuidada, por este motivo se suele usar el flash con difusores para así lograr una iluminación más suave y eliminar las sombras más marcadas.
Una buena idea es trabajar a primeras horas del día donde la luz no es tan directa y produce sombras naturalmente suaves, además, podremos contar con el bonus de encontrar las flores y hojas con algunas gotas de rocío lo que las hará más llamativas.
Si no llegamos a tiempo o por alguna razón las plantas ya no cuentan con esas gotas, siempre podremos hacer uso de un vaporizador de agua.
Las posibilidades son infinitas, y si contamos con un poco de imaginación, hasta podremos armar un set en el interior de nuestra casa y disfrutar de largas jornadas fotografiando aun cuando el clima no sea el mejor.
Lo que importa es tener tiempo, ganas, paciencia e imaginación.
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